El Palacio de Bellas Artes, uno de los íconos más representativos de la Ciudad de México, enfrenta un reto sorprendente: su hundimiento progresivo. Esta joya arquitectónica, inaugurada en 1934, es famosa por su deslumbrante fachada de mármol blanco y sus cúpulas doradas, pero también por la delicada batalla que libra contra el inestable suelo sobre el que fue construido.
El Palacio de Bellas Artes: Majestuoso y Pesado
Originalmente diseñado para sustituir al deteriorado Teatro Nacional, el Palacio de Bellas Artes fue concebido como un símbolo de la identidad mexicana. Sin embargo, desde sus primeros días, enfrentó un problema fundamental: el hundimiento del terreno de la Ciudad de México, que se asienta sobre un antiguo lago.
La construcción, iniciada en 1904, sufrió los primeros signos de hundimiento apenas tres años después. Para 1911, la inclinación del edificio era evidente, y en 1921, ya había descendido 1.80 metros debido al peso del mármol que recubre su estructura y a movimientos sísmicos recurrentes.
Hoy en día, se estima que el Palacio de Bellas Artes se hunde un centímetro al año, manteniendo una inclinación hacia el noroeste desde hace más de un siglo.
¿Por qué se hunde?
El hundimiento del Palacio no es un caso aislado; gran parte de las construcciones de la Ciudad de México enfrentan el mismo destino debido a factores como:
- Terreno lacustre: La capital está construida sobre los restos del lago de Texcoco, un suelo blando y poco estable.
- Extracción de agua subterránea: Décadas de extracción masiva han compactado el subsuelo, acelerando el hundimiento.
- Peso de la estructura: El mármol y otros materiales utilizados en la construcción añaden presión sobre el frágil terreno.
Preservando el Tesoro Cultural
A pesar de los desafíos, el Palacio de Bellas Artes sigue siendo un símbolo nacional y un epicentro de la cultura mexicana. Expertos en ingeniería y restauración han implementado sistemas de monitoreo y refuerzos estructurales para garantizar su estabilidad.
El Palacio se hunde, pero su legado resiste. Este recinto, hogar de espectaculares eventos artísticos y culturales, no solo representa la grandeza arquitectónica de México, sino también la capacidad de adaptación y perseverancia frente a la adversidad.